Hegel dijo que en historia lo que sucede por segunda vez es de verdad.

En sus Lecciones sobre la filosofía de la Historia Universal, refiriéndose a Cesar, escribió: “pronto se hizo evidente que solo la voluntad de un único individuo podía guiar a Roma. Los romanos tuvieron que aceptarlo ya que en todas las épocas del mundo una revolución política queda sancionada en la mentalidad de las personas cuando se repite. Así, Napoleón fue derrotado dos veces y los Borbones expulsados dos veces. Por la repetición, lo que al principio parecía sólo una cuestión de azar y contingencia, se convierte en una existencia real y ratificada.”

Trump ha sido reelegido. No se ha tratado de un evento con dos olas, en dos sacudidas de una misma inercia, sino que, pasados cuatro años desde su último mandato, ya con distancia y con toda la información disponible, la población ha optado de nuevo. Trump no puede ser ya visto como resultado de esa grotesca pirueta de casualidades que llevó a una persona imposible a la presidencia, sino como un evento confirmado “de existencia real y ratificada”.

La cita de Hegel se hizo popular gracias a la relectura que hiciera Marx en su El 18 de brumario de Luis Bonaparte. El libro se refiere al golpe de estado de Luis Napoleón Bonaparte, sobrino de Napoleón, que de inmediato proclamaría el Segundo Imperio y a sí mismo como Napoleón III. Marx recuerda en ese momento la cita del viejo maestro.

“Hegel observa en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, por así decirlo, dos veces. Olvidó añadir: la primera vez como tragedia, la segunda como farsa. Caussidière en lugar de Danton, Louis Blanc en lugar de Robespierre, los de la Montaña de 1848 a 1851 en lugar de los montañeses de 1793 a 1795, y el sobrino en lugar del tío. Y la misma caricatura ocurre en las circunstancias de la segunda edición del 18 de brumario.”

Marx veía esta repetición como farsa puesto que el capitalismo y la lucha de clases crearon a su juicio las condiciones que permitieron que “una mediocridad grotesca desempeñara el papel de un héroe”. La lectura de Marx parecería invitarnos a mirar a Trump como un personaje grotesco que aspira a héroe. Lo cierto es que durante su primer mandato los equilibrios y controles de la democracia de los Estados Unidos resistieron los embates de su presidente. Pero el sistema no salió indemne. Cabe preguntarse ahora si el sistema será capaz de resistir un segundo mandato de Trump. Como apuntaba Hegel, todo hace sospechar que esta segunda vez la cosa es de verdad.

Trump no es una anécdota más o menos chusca. Trump repetido podría resultar la mejor imagen del signo de los tiempos. Trump es causa y efecto de la pérdida de prestigio de la información de calidad presentada por medios y profesionales a los que se les puede reclamar rigor y veracidad, y su sustitución por la información por las redes, los influencers y los bulos difundidos por quienes nunca terminan de responsabilizarse de nada. ¿No es momento de replantearnos el papel de la plataforma de Musk como foro global?

Trump es también causa y efecto del descrédito de las instituciones democráticas. Pero lo cierto es que este tipo de personajes y sus pegajosas redes muestran una forma de responder a los desafíos del momento que son percibidas por muchos como esperanza de verdad y bien. Por extrañas razones, un hombre nacido rico, al que se le conocen tantas mentiras como intervenciones públicas, condenado, machista y racista, que confunde lo público con sus intereses privados, y que admira a los dictadores y desprecia las democracias, es percibido por muchos como quien será más sensible a las necesidades de las clases populares y a la causa de la libertad. Quizá haya que leer más historia romana, como hacía Hegel, para entender algo.

PD: Hoy se celebra el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo. Esta post data no es un pegote. Viene al caso.