Susana del Río es miembro del Comité de Expertos de la Comisión Europea en ciudadanía europea y comunicación y responsable del programa Europa en el Instituto de Gobernanza Democrática.
Artículo publicado en Euroefe 19/04/2012
Abril nos ha traído la puesta en marcha de la Iniciativa Legislativa Ciudadana europea. Me gusta denominarla así porque fue de esta manera como se incluyó en la elaboración del proyecto de Constitución europea inmersa en un proceso constituyente.
En estos meses de convulsión económica, política y social en los que se critica que la escena intergubernamental europea parece ser la protagonista , resulta paradójico, y positivo, que comience a funcionar un recurso democrático, transnacional y de capacidad movilizadora como es la Iniciativa Ciudadana Europea. Sin entrar de lleno en los problemas, que los habrá, de la mecánica en relación a los trámites que tienen que pasar las iniciativas, creo que es importante destacar la cualidad y la potencia del propio proceso y el debate transnacional que ha impulsado durante su desarrollo más técnico así como el que ya está generando desde su entrada en vigor el día 1 de abril.
La Convención europea, órgano innovador y con buenas dosis de atractivo político, representativo y participativo, incorporó en el título Vida democrática de la Unión (qué buen título) los artículos dedicados a la democracia representativa y a la democracia participativa como complemento de la primera. En el apartado de la participativa, art. 47, el párrafo cuarto enunciaba la Iniciativa Legislativa Ciudadana. Un logro de la Convención en la que incluyo tanto a sus miembros como al foro que funcionó como interfaz para que las organizaciones de la sociedad civil pudiesen hacer sus contribuciones.
Me detengo en el proceso para que recordemos que la Iniciativa Ciudadana Europea que encontramos en el Tratado de Lisboa es fruto del trabajo de muchas personas que desde las organizaciones de la sociedad civil, instituciones europeas, Parlamento Europeo, Comisión Europea y Consejo, y desde el ámbito académico, han conseguido que podamos hablar de la grandeza, y el ejemplo, de un proceso. El movimiento transversal y como trascendió la dimensión europea en la articulación en red desde las organizaciones no gubernamentales para intercambiar sus aportaciones, es sin duda un ejemplo del que pueden tomar buena nota los métodos más gubernamentales a puerta cerrada.
Y es que la génesis, desarrollo e implementación de un objetivo contiene mucho esfuerzo y horas de política. En el proceso de la Iniciativa ha habido búsqueda de consenso a través del debate interinstitucional, intergubernamental, reuniones con las ONG implicadas y de las distintas Comisiones parlamentarias del PE. Pero también ha existido la política de negociación dura que es más visible en el modelo nacional y que más transmiten los medios. En ocasiones se dice que, a nivel europeo, se echa de menos la tensión que hace atractiva a los ojos de los ciudadanos la política: posturas de los diputados, divergencias, y el tira y afloja. Hay que resaltar que también en el proceso de formulación de la Iniciativa Ciudadana Europea, ha habido esta forma de política, la más pasional. En suma: la política de consenso y la política de negociación que predomina en el estilo de la esfera nacional de cada Estado miembro, han estado intercalando sus modelos durante este proceso europeo de diez años.Este proceso, que continúa, cuenta con las dos políticas y ha sabido armonizar dos democracias, la representativa y la participativa, en una.
La Iniciativa contiene un componente de anclaje fuerte para recuperar la gran política europea y comunicarla. En esta esfera de la comunicación, hay que pararse en la capacidad de informar y comunicar qué es Europa y cómo funciona la Unión Europea que tiene la Iniciativa ya que el millón de ciudadanos que firmen una iniciativa , o al menos una parte de ellos que se interesen en conocer el marco de su implementación, conocerán cuáles son los principios y valores que tiene que respetar cada iniciativa para tener luz verde en la Unión Europea. Al mismo tiempo, la transparencia que requiere el proceso conlleva un control, una auditoría, de los ciudadanos hacia las instituciones europeas.
Ciudadanos integradores
La Iniciativa Legislativa Ciudadana europea es un contrafuerte a la política más intergubernamental en estos meses de crisis en la eurozona. Me gusta volver a incluir la palabra “legislativa” de su génesis porque es un indicador de la integración “legal” de un recurso de democracia participativa y porque para el ciudadano europeo leer que puede ser impulsor de una ley europea, que luego podrán respaldar los representantes políticos, es un catalizador motivador para participar y sentirse orgulloso de ser europeo.
En la Unión Europea el poder integrador de los ciudadanos es un valor fundamental que se ve de manera nítida en el proceso de la Iniciativa así como en la tendencia que esta marca en relación a la nueva política de la UE del siglo XXI. En el proyecto europeo y en el proceso de integración europea, contamos con un espacio más para revalorizar y hacer visible que en Europa los ciudadanos son integradores.