Noticia sobre Sergio García Margariño publicada el 29 de agosto en Noticias de Navarra
EL DOCTOR EN SOCIOLOGÍA SERGIO GARCÍA MAGARIÑO PROPONE REFORZAR LA ONU PARA EVITAR QUE CRISIS COMO LAS DE AFGANISTÁN SE REPLIQUEN Y LLEVEN EL MUNDO AL «COLAPSO»
La llegada de los talibanes al poder en Afganistán no se explica solo como la ocupación de un espacio que ha quedado vacío tras la retirada de Occidente y la deserción del Gobierno de Kabul.
Hay muchas pequeñas claves que ayudan a entender qué ha pasado y qué puede pasar en el país asiático, complejísimo, lleno de tribus y etnias enfrentadas en una orografía imposible. Muchas vueltas lleva dándole Sergio García Magariño (26 de julio de 1978, San Sebastián), doctor en Sociología, investigador en el instituto Jerónimo de Ayanz y profesor universitario en la UPNA. Junto con otros analistas y profesores, participa en el proyecto The Conversation, una plataforma de divulgación científica que publica en decenas de medios, y que está sirviendo para explicar en profundidad lo que está ocurriendo, también en Afganistán.
García Magariño apuesta por aprovechar la crisis geopolítica para reforzar organizaciones como las Naciones Unidas, organismos supra estatales que, precisamente, son la garantía de «supervivencia» de los Estados. «La supervivencia de la especie requiere integración política y cooperación, porque todos los problemas son ya globales». Aquí algunas claves.
La negociación de 2018
Lo primero que hay que tener en cuenta es que lo que hizo EEUU en 2018 fue negociar su retirada, no la llegada de los talibanes al Gobierno. Lo que pasa es que los muyahidines estaban más fuertes que el Gobierno, EEUU lo sabía desde Obama y pactan una retirada sin sangre. «Lo más llamativo es la rapidez con la que se hacen con el territorio», apunta. ¿Eso se debe a que cuentan con apoyo popular? En parte.
Corrupción vs ‘zakat’
García Magariño señala un aspecto como clave en el desmoronamiento exprés del régimen: la corrupción. «No había salarios porque la corrupción es brutal, y los talibanes representan otra cosa. Afganistán es un país rural y religioso, y los talibanes vienen con su ley islámica, con cierta autoridad moral, sin tolerar la corrupción y con redes de apoyo a los desfavorecidos, lo que les da legitimidad». El zakat, la ayuda a los desfavorecidos, uno de los pilares del islam, refuerza la imagen de los talibanes en un país de pobres. Eso lo hacen, claro, gracias al dinero que llega de Pakistán, Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos.
La religión, clave
En un país lleno de tribus que se odian entre ellas, los talibanes proponen unificación. «No sé cómo habrá operado ahora, pero en 1996 los talibanes llegan al poder con una propuesta de unificación: somos musulmanes sunís, reunámonos bajo la ley del islam».
Un hombre, un AK-47
Un país encerrado en sí mismo, rural y religioso. Y guerrero. Allí, cada hombre tiene un fusil de asalto. «Es una sociedad que valora la violencia», apunta el profesor. No es fácil dominar a un pueblo así.
Reforzar la ONU
Con ese panorama, y vista que la intervención militar no surte efecto, debe explorarse la posibilidad de reforzar instancias como la ONU y fomentar el concepto de seguridad colectiva. En definitiva, fomentar todo lo que sea afrontar de manera conjunta los problemas, que son globales. Y el de Afganistán es un problema global. «Avanzar en la integración política y la cooperación son imprescindibles para garantizar la supervivencia de la especie». Si no, el «colapso» que se ha vivido en Afganistán se puede reproducir a una escala global si coinciden varios problemas (crisis climática, terrorismo, pandemias…)
La diplomacia del mulá
A partir de ahí, toca esperar a ver qué actitud adoptan los talibanes. «Hay quien dice que 20 años de presencia extranjera han calado en la sociedad, y que eso los talibanes lo van a respetar. Veremos. Lo que tendría que hacer la comunidad internacional es preparar una respuesta conjunta, legítima, todo lo demás será problemático».
De lo «atractivo» a lo real
¿Cambiará mucho el panorama geopolítico la caída de Afganistán? ¿Será la pieza que impulse definitivamente a China como primera potencia mundial? «Son análisis atractivos, pero no veo tanta conexión entre una cosa y la otra. China no ha cambiado de actitud, y valora mucho la soberanía de los países y sus asuntos internos. Si están escalando posiciones es porque pueden hacer planes a cien años y porque han hecho inversiones y lavados de cara de manera silenciosa. Pero no creo que vaya a suponer una nueva era».