Tras repasar la situación de los derechos humanos en nuestro país y sus retos, concluye con una idea que me parece importante conocer y subrayar: la cultura de los Derechos Humanos es también una cultura de compromiso individual y de responsabilidad ciudadana.

Con frecuencia el artículo primero de la Declaración se cita demediado, solo su primera parte. Pero conviene leerlo siempre entero, como la unidad indisoluble que es: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Como dice la declaración institucional, es necesario recordar que este artículo presenta la “idea de que los derechos humanos nos interpelan y de que implican también el compromiso ciudadano, la responsabilidad cívica y la solidaridad interpersonal”. Es la idea que se reitera al final de la Declaración, cuyo artículo 29 recuerda: “Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que sólo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad”.

Conviene recordarlo en su día: la cultura de los Derechos Humanos es una propuesta activa, exigente y que llama al compromiso responsable de cada ciudadano con su entorno, con su vecino, con su comunidad y con el mundo.