Artículo de opinión de Mikel Mancisidor @MMancisidor1970 el 13 de abril de 2025 en Deia (enlace)
La calle del Gato ya no deforma
Resulta inquietante, pero quizá el fenómeno Trump es una versión deformada de cosas que tenemos ya aquí. Como en Luces de Bohemia, donde el esperpento era la realidad reflejada en los espejos cóncavos de la calle del Gato.
Adela Cortina explica que lo contrario de la verdad es el error y lo contrario de la veracidad es la mentira. La verdad sería un problema que se resuelve intelectualmente, por medio del conocimiento, mientras la veracidad es un problema moral, lo que resultaría más problemático. Lo grave sería, si seguimos a Cortina, la crisis de veracidad. El error genera problemas, cierto, pero pueden ser subsanados una vez identificado.
Tal vez este esquema se nos quede corto ante este trumpismo que diluye toda sutilidad. El problema, como defiende Cortina, no se limita a la verdad, es decir, no se limita a que estos personajes cometan errores o digan cosas que no son ciertas. Pero el problema tampoco es solo de veracidad, no es solo que mientan, como el mentiroso clásico que teme, si le queda un mínimo de básica prudencia, que un día la verdad se sepa. El problema es que han renunciado a la idea misma de que puede haber tal cosa como verdad, conocimiento o veracidad capaz de jugar un papel en el espacio público. La verdad es lo que en cada momento queremos que sea aceptado. La verdad es lo que me conviene y lo que consecuentemente trato de imponer. No estoy seguro de que en Trump a estas alturas haya tanto cinismo o mentira como pérdida del sentido de la realidad, como algo que se puede llegar a conocer y comunicar siquiera aproximadamente.
Nuestros mayores dirían de ellos que no tienen vergüenza, pero esa descripción se nos queda corta. El personaje sinvergüenza sabe que está lejos de un valor o de una virtud que se asocia a la veracidad, pero seguramente considera deseable que en el conjunto de la sociedad ese principio prospere, aunque solo sea para aprovecharse. El personaje populista, sin embargo, considera la veracidad como una debilidad que superar, como una rémora ajena a la lógica de poder.
Trump defiende que su política en materia de aranceles responde a una estrategia pensada al detalle, anticipando las reacciones de cada actor del complejo sistema. Acto seguido añade que la decisión de cambiarlos se tomó en pocas horas de esa misma mañana ante la inesperada reacción de los mercados. Estrategia milimétricamente diseñada e improvisación sin criterio son compatibles, como lo será cualquier otra explicación que mañana resulte necesario añadir.
Antonio Scurati dice de Mussolini que “nunca mostró preocupación alguna por la coherencia histórica, con lo que él mismo había dicho un día antes, ni con lo que manifestaría al día siguiente, así como tampoco por la coherencia ontológica, es decir, relativa al anclaje de las palabras con la realidad”. Tras días de bajadas, las bolsas vivieron el miércoles una importante recuperación. Trump, viendo solo lo que quiere ver, dijo el jueves: “ayer tuvimos en la bolsa el día más grande de la historia”. Cuando le recordaron que en ese momento los índices estaban bajando de nuevo, responde: “hoy no he visto nada, no he tenido tiempo”. La realidad que no me interesa no existe y consecuentemente no tengo porqué comentarla. Basta con cerrar los ojos. Puedo seguir caminando con la información que tengo, que es la que ahora me conviene.
Lo que está deformado no es, como en Valle Inclán, la imagen en el espejo, sino la misma realidad que es reflejada. Tan deformada que, de modo inverso a la operativa de la calle del Gato, nos sentimos ahora compelidos a corregirla al reflejarla. Los medios, incapaces de replicar el impúdico tono de Trump, lo dulcifican, pero kiss my ass no es besar el trasero, ni siquiera besar el culo en el sentido que en español de España se le da a la palabra culo, bastante neutra (“el niño se cayó y se hizo daño en el culo”), quizá sí en el que se le da en otros españoles de América, como palabra malsonante. Dejo al lector imaginar la traducción más fiel.