Pero el cuidado de un entorno digital de integridad de la información depende también de cada uno de nosotros, de la forma en que consumimos la información y de nuestro quehacer diario en las redes. ¿Nos interesamos por la solvencia de la información que consumimos?, ¿nos alimentamos en medios y de profesionales acreditados o preferimos las fuentes que más mueven nuestras emociones?, ¿valoramos el rigor, los datos y el conocimiento de quien nos habla sobre el tema de que se trate?, ¿somos capaces de pagar, tan solo lo que nos gastamos en un café o en una cerveza, por buenos medios que a su vez paguen bien a sus profesionales?, ¿estamos en grupos de WhatsApp que nos invaden con vídeos y supuestas noticias sin pies ni cabeza?, ¿compartimos nosotros noticias por cuya fuente y fiabilidad no podemos dar razón? En la lucha por la integridad de la información no somos víctimas indefensas, sino agentes activos con responsabilidades. l