Artículo de opinión de Mikel Mancisidor @MMancisidor1970 el 29 de diciembre de 2024 en Deia (enlace)
Esfuerzo colectivo
En los últimos cinco años estas cifras, sin embargo, han dejado de mejorar o lo hacen a un ritmo menor. El impacto de la covid sobre la esperanza de vida, la educación o el hambre ha sido notable. La posterior agresión rusa de Ucrania tuvo efectos globales sobre la producción y el comercio de grano y fertilizantes. Las consecuencias del cambio climático dificultan cualquier progreso social o mejora en la calidad de vida.
En los últimos años, además, somos más conscientes de la guerra, sus horrores y sus crímenes, especialmente por lo que sucede en Ucrania y en Gaza, que nos toca más de cerca, al parecer, que cuando situaciones parecidas se dan, por poner, en Yemen, Siria, Etiopía o Sudán del Sur. Pero seguramente podemos aportar también algunos datos positivos del último año.
El mundo, por ejemplo, ha recuperado la senda del aumento de esperanza de vida, tras el bache sufrido durante la pandemia. Terminamos el año con buenas noticias en tratamientos para pacientes con VIH y enfermos de ciertos tipos de cáncer. En la Unión Europea las fuentes solar y eólica generaron por vez primera más electricidad que todos los combustibles fósiles.
Más cerca, en Euskadi terminamos el año con los mejores datos de empleo de mucho tiempo. Nuestro clima político y de convivencia, durante tantos años irrespirable, resulta hoy razonable. Parece que ahora valoramos y premiamos el respeto y el acuerdo. Son grandes noticias, si bien nada de ello podemos darlo por conquistado.
Me interesa comentar el discurso de fin de año del lehendakari Pradales. Creo que acertó, aunque su efecto resulte a corto plazo limitado. Nada que merezca la pena se consigue de la noche a la mañana. Fomentar la buena cultura política exige tiempo, rigor e insistencia.
El Lehendakari se dirigió a los jóvenes, pero bien podemos escuchar los que ya no lo somos. Advirtió que “Euskadi se encuentra en un cruce de caminos. Debemos elegir cuál transitar. Y debemos acertar. Lo estamos viendo: la supervivencia de Europa no está asegurada. Tampoco la de Euskadi. Me preocupa porque este es el caldo de cultivo propicio para el auge de la demagogia, los populismos y extremismos. No caigamos en la trampa: los problemas complejos no se resuelven con respuestas simples.”
Nuestro bienestar, nuestras libertades, nuestra identidad, nuestra democracia, nada de todo ello podemos darlo por descontado. No podemos creer que se mantiene solo. Exige del esfuerzo de todos nosotros y ese esfuerzo solo puede nacer de una doble conciencia: conciencia del valor de todo ello y conciencia de su fragilidad.
Con demasiada frecuencia el discurso político elude esa responsabilidad colectiva en lo común. El discurso político acostumbra a denunciar lo que otros políticos hacen mal, pero no lo que a nosotros nos toca; va a decirnos lo que se nos debe, pero no lo que de nosotros se espera; va a revelar lo que otros tendrían que hacer, pero no lo que quienes escuchan deben aportar. A eso se llama populismo, sea de derechas o de izquierdas. Deberíamos, por el contrario, apreciar a los políticos conscientes de lo que a la política le toca, por supuesto, pero también capaces de recodarnos, aunque resulte incómodo, que lo común solo entre todos se construye. El Lehendakari colocó, como clave primera de su discurso un capítulo titulado “esfuerzo colectivo” y explicó que “el presupuesto es el esfuerzo que entre todas y todos hemos hecho. Un esfuerzo que servirá para ayudarnos los unos a los otros.” Tras recordar los ambiciosos retos de la legislatura, añadió un mensaje para todos: “con esfuerzo, sacrificio y colaboración, es posible”.