El día que la Casa del Cordón fue el centro de Europa

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Artículo de opinión de Mikel Mancisidor @MMancisidor1970  el 02 de enero de 2022 en Deia (enlace)

El día que la Casa del Cordón fue el centro de Europa

Nunca un lugar de nuestra geografía fue antes ni sería después capital de Europa; hace pensar sobre nuestra internacionalización

ESTE mes Vitoria-Gasteiz celebrará los 500 años de un momento único en su historia: esas semanas en que fue capital de Europa, capital de occidente y capital de toda la cristiandad.

El año 21 de aquel siglo sí que había sido convulso, bastante más que nuestro 21. En Gipuzkoa se había vivido un conflicto entre las villas capitaneadas por Donostia y las lideradas por Hernani que estuvo a punto de convertirse en guerra abierta. La labor mediadora de un bermeano, Fortún García de Ercilla, en las navidades previas, propició el acercamiento y el acuerdo que se fraguó durante los meses siguientes. En esas negociaciones sabemos que tomó parte junto a Ercilla otro gigante de nuestra historia, un hombre de Loiola que aún usaba su nombre de cuna, Iñigo, antes de elegir otro que sonara más sencillo en el mundo: Ignacio.

El año 1521 había sido muy duro también en Navarra, con la mítica batalla de Noain. Los últimos resistentes se harían fuertes en Amaiur. Esta historia la cuenta mejor que nadie, a mi juicio, Peio Monteano en sus libros La Guerra de Navarra (1512-1529); De Noain a Amaiur (1521-1522) El an?o que decidio? el futuro de Navarra; y Dos destinos para un reino (Navarra de 1522 a 1525); todos en Pamiela y cualquiera de ellos recomendable para entender, sin presentismos ni lecturas políticamente prejuiciadas o interesadas de uno u otro signo, lo que pasó por esas tierras navarras hace justo 500 años.
Por el sur la revuelta de los comuneros agonizaba. Carlos V estaba en sus tierras germanas, como emperador, y en sus territorios peninsulares gobernaba como regente el Cardenal Adriano, que había sido su maestro desde niño. En este contexto fue que el Papa Leon X, de los Medici, falleció y hubo que reunir a la curia cardenalicia para elegir nuevo sumo pontífice. Mientras sus pares discutían en Roma, el cardenal Adriano estaba en Vitoria en las mil tareas que la convulsa situación de la zona requería revisar. Aquí, seguramente en la misma Casa del Cordón, en la calle Cuchillería, que era su residencia aquellas semanas, recibió el 24 de enero la carta de Roma informándole de que el cónclave, tras mil disputas que habían quemado las posibilidades de los favoritos, había llegado a cierto consenso sobre su nombre y lo había elegido un 9 de enero como nuevo Papa. Fue una sorpresa para todos, para los romanos, para los vitorianos, para los castellanos y seguramente para él mismo. Para todos menos quizá para Carlos V, cuya mano no fue ajena a la resolución del cónclave.

De pronto Vitoria era la ciudad a la que todo el mundo quería llegar a presentar sus respetos, plantear sus demandas y a deslizar sus intereses y ambiciones antes de que el nuevo Papa iniciara su periplo para recoger su anillo. Desde Vitoria preparó Adriano el fin de sus tareas como regente y el inicio de su viaje a Roma. Es sabido que quiso salir sin mucho ruido, no fue un Papa pomposo, y que tuvo mucho cuidado de no esperar a Carlos para demostrar que no quería ser visto en adelante como el Papa al servicio de ningún poder terrenal. Lo consiguió razonablemente, para los estándares de la época y de los difíciles años que le tocaron.

Pero no es este un artículo sobre el Papa Adriano, sino sobre los 500 años de ese momento en que nuestra Vitoria-Gasteiz y su Casa del Cordón fueron la capital de Europa, la capital de occidente, la capital de la cristiandad. Nunca un lugar de nuestra geografía lo fue antes ni lo sería después. Por eso podría resultar interesante no dejar escapar la fecha redonda para pensar desde la Casa del Cordón en nuestra historia, pero también en nuestra internacionalización de entonces, de hoy y de mañana. Especialmente cuando a los pocos meses llegaría a puerto un hombre de Getaria que hubo por vez primera unido en un mismo punto los dos extremos de otro cordón, el más largo posible, el terráqueo.

Mikel Mancisidor

Mikel Mancisidor, jurista y doctor en Relaciones Internacionales y Diplomacia (Geneva School of Diplomacy), es miembro (experto independiente) del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU (2013-2024). Es miembro del Consejo de Gobierno de la Universidad de Deusto, donde enseña Derecho Internacional. Desde 2015 es miembro del Faculty (como Adjunct Professor) del Washington College of Law (American University) a cargo del curso Advanced Studies on International Human Rights Law. Desde 2016 imparte docencia en los cursos del Instituto Internacional de Derechos Humanos René Cassin (Estrasburgo). Ha participado en numerosas conferencias internacionales de la ONU y la UNESCO. Premio de Humanidades, Cultura y Ciencias Sociales de Eusko Ikaskuntza – Laboral Kutxa (2020), miembro de número de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País (2019) y Medalla de Oro de los Derechos Humanos de la Liga Pro-Derechos Humanos (2013). Colaborador habitual en prensa escrita.

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