Artículo de opinión de Juanjo Álvarez @jjalvarez64 publicado el 9/06/2024 en Noticias de Gipuzkoa (enlace)
[Bis a bis] «Europa: nuestro futuro está en juego», por Juanjo Álvarez
Hoy, día de las elecciones al Parlamento europeo, ponemos en juego con nuestro voto la parte más valiosa del legado europeo: su humanismo y la defensa de una democracia como garante de un porvenir pacífico basado en valores compartidos de dignidad humana, de libertad, de igualdad, de solidaridad.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el proyecto de paz europeo logró convertir a los enemigos en vecinos y aliados. Este modelo de convivencia pacífica entre diferentes se alza hoy día como vigente frente a la barbarie de la guerra y su utilización como instrumento político, realidad tristemente presente en la geopolítica mundial instalada en el caos y en la ausencia de normas que garanticen el arreglo pacífico de las controversias entre estados.
Hay que lograr reconstituir políticamente a Europa y despertar ilusión entre quienes compartimos este proyecto. Es necesario, más que nunca, hacer de Europa la causa fundamental, no retroceder ante el impulso de la vuelta a las soberanías estatales excluyentes que muchas fuerzas políticas que hoy concurren a las elecciones reclaman.
No basta con esgrimir el eslogan “más Europa”, hay que preguntarse qué Europa necesitamos y con qué gobernanza interna la construimos: debemos ser capaces de acabar con la regla de unanimidad (que de facto es un veto) y hay que permitir que quienes queramos integrarnos más, quienes deseamos ir más lejos juntos, lo podamos hacer. Se trata de no imponer esta mayor integración a los estados que no lo deseen, y que estos no puedan impedir tal avance entre quienes sí opten por ello. La Europa a varias velocidades nunca ha tenido buena prensa, pero es la única manera de avanzar.
Por todo ello, debemos elevar nuestra conciencia y nuestra responsabilidad cívica para votar. Nos jugamos mucho. Los populismos extremistas encuentran en este clima de cierta desafección ciudadana su lugar perfecto para consolidarse como opción involucionista, xenófoba y contraria a las libertades y derechos que tanto ha costado ganar.
No deberíamos olvidar que la Unión Europea ha proclamado desde su fundación en 1957 que su construcción debe fundamentarse en los valores de respeto de la dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho y respeto de los derechos humanos, la dignidad de las personas, la no discriminación y la solidaridad.
Frente a ello, los extremismos que florecen en prácticamente todos los estados de la Unión Europea tratan de alterar de forma radical la esencia de esos principios humanistas fundacionales. Y ya no se presentan con la etiqueta de antieuropeístas o euroescépticos; ya nadie rechaza a Europa. No habrá más Brexits, ningún Estado ni ninguna formación política reivindica el fin de la Unión Europea ni su salida de la misma.
A lo que aspiran ahora, desde su fundamentalismo antidemocrático y desde su visión contraria a la convivencia entre diferentes, es a lograr alterar los objetivos y fines del proyecto europeo; desean conquistar el poder y el dominio de su retrógrada ideología en Europa para limitar nuestros derechos.
Todo eso está en juego. Y estas elecciones llegan en un momento de encrucijada para el futuro de Europa: o nos integramos más y de verdad, o seguiremos en la insignificancia en el contexto geopolítico mundial y seremos, como europeos, incapaces de tener una verdadera y eficiente autonomía estratégica que permita desarrollar una industria propia, una defensa del planeta y del medio ambiente, un crecimiento sostenible, una mayor cohesión social y un modelo sólido de convivencia.