Artículo de opinión de Mikel Mancisidor @MMancisidor1970 el 2 de febrero de 2025 en Noticias de Álava (enlace)
El momento de Europa
No es que el modelo de pretendida superioridad moral europea no me seduzca personalmente. De hecho, en mi orden de preferencias, es el menos malo que tengo para ofrecerles. El problema es que no funcionará para mantener algo que lejanamente se acerque a los actuales estándares de bienestar social. Podemos oponernos con el más rudo de nuestros ademanes, que por este camino las empresas industriales propias terminarán cerrando. Así, tras un arduo día de activismo defendiendo el trabajo digno y los productos locales y ecológicos, terminaremos pidiendo a una empresa fraudulenta y sin sede fiscal en lugar conocido que nos traiga a casa una comida transportada en moto china por alguien que trabaja sin derechos por una miseria.
Los discursos de von der Leyen esta semana van por esta mía, si los interpreto bien. Toca hacer cosas que dijimos que no haríamos y que preferiríamos evitar. Toca hacer convivir los principios más excelsos con el principio de realidad, sin perder ni lo uno ni el otro.
El frontispicio de su discurso no puede resultar más demoledor: “Nuestro modelo ha confiado en una fuerza de trabajo barata, sobre todo de China, energía barata de Rusia y deslocalizado la seguridad (se refiere obviamente a Estados Unidos). Estos días han terminado”. Pero China hace 25 años que decidió que no sería la mano de obra barata de otros, que tenía tanta fuerza, tanto talento, tanto conocimiento, tanta ciencia como el que más y mucho más empuje y más hambre de superación. Europa ha hecho durante 25 años como que no se enteraba, como que bastaría con un eslogan sobre los derechos humanos en China para seguir siendo eternamente superiores. Qué decir de Rusia y sus afanes de compensar sus muchas penurias con la fuerza bruta. Qué decir de Trump que no hayamos dicho cien veces.
Aristóteles entendió que las uvas se pueden estudiar por separado, pero en la naturaleza vienen unidas a otras. Ningún principio puede elevarse a la categoría de absoluto, como hemos hecho tontamente, por ejemplo, con la competencia. Ahora comienza a hablarse de preferencias europeas para ciertos sectores sensibles o ciertos servicios a los que, como en el racimo de uvas, demasiadas derivadas van sujetas.
Ambiciona Von der Leyen una simplificación administrativa que reduzca el papeleo en un 25% para todas las empresas y un 35% para pequeñas y medianas. El lehendakari Pradales se adelantó hace unos meses anunciando la intención de fomentar “la desburocratización, la simplificación administrativa y la administración digital en el conjunto de las instituciones vascas. Será un proceso que buscará construir una administración vasca más ágil, rápida y competitiva, adaptada al siglo XXI, que mejorará el servicio público y la atención a las personas”. No será fácil. Requiere de un cambio cultural muy profundo en un país donde nunca es tarde para crear un nuevo procedimiento que se interponga entre el problema y la acción, donde cada iniciativa de simplificación o digitalización parece incluir para empresas y ciudadanos, y también para quienes en la propia administración aspiran a hacer cosas nuevas, un indefectible corolario que alarga el procedimiento y su papeleo.