El informe recuerda cifras insoportables: 30.000 muertos, un total de 100.000 personas si incluimos a las heridas. El gravísimo deterioro de la situación humanitaria y de los derechos humanos en Gaza no puede dejar diferente a nadie. Y los ataques a los servicios humanitarios de los últimos días constituyen crímenes que ofenden la condición humana global. Los crímenes internacionales, cualquiera sea la víctima, cualquiera la autoría, cualquiera el contexto geopolítico, no pueden quedar impunes.

El Alto Comisionado culmina con un ejercicio que no sé si es esperanzado: “Y, sin embargo, debemos aferrarnos a la promesa de que la paz es alcanzable en los Territorios Palestinos Ocupados e Israel. Para que eso funcione, la ocupación debe terminar. Los dirigentes israelíes deben aceptar el derecho de los palestinos a vivir en un Estado independiente. Y todas las facciones palestinas deben aceptar el derecho de Israel a existir en paz y seguridad”.

A esa idea nos aferramos también nosotros, sin saber tampoco si la esperanza de paz pisa algún suelo firme que la sostenga.