Modelos de relación entre ciencia y religión (III)

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Artículo de opinión de Sergio García @tresycinco3y5  publicado el 1 de agosto de 2022 en El txoko para pensar (enlace).

Modelos de relación entre ciencia y religión (III)

La encrucijada en la que se encuentra el mundo, asediado por retos estratégicos de grandísima

envergadura y de intentos fallidos por abordarlos, probablemente requiera la movilización de

todos los recursos que la humanidad históricamente ha tenido a su disposición. La ciencia y la

religión, como sistemas de generadores de conocimiento y práctica (en primer caso sobre la

realidad física y social y, en el segundo, sobre una realidad espiritual con implicaciones para la

vida individual y colectiva), parecen dos de los más relevantes. Como últimamente parece

haber habido un conflicto entre dichos sistemas, puede ser útil efectuar una reflexión acerca

del tipo de diálogo que se podría establecer.

La relación entre la ciencia y la religión es compleja. En las épocas históricas donde han ido de

la mano, la sociedad ha progresado tanto material y culturalmente como ética y moralmente.

El caso prototípico probablemente sea el de la civilización islámica que, al mismo tiempo,

combinaba un sentido de trascendencia y orden fuerte, con un amor por el conocimiento y la

ciencia admirable. Su traducción de los textos clásicos griegos que no se habían estudiado en

Europa hasta el Renacimiento, y que contribuyeron de hecho al mismo, dan buena cuenta de

este hecho.

Por el contrario, cuando la religión avanza sin aprecio por la ciencia, emerge la superstición y el

fanatismo; y cuando la ciencia desprecia a la religión y la posibilidad de que exista una realidad

metafísica, suele degenerar en materialismo y otras suertes de dogmatismos más sofisticados.

Encontrar un modelo para informar una posible relación entre la ciencia y la religión, no

obstante, requiere algo de imaginación. Un tipo de relación que no favorece el diálogo es la

negación mutua: religión o ciencia. Un segundo tipo menos agresivo pero que tampoco

favorece el diálogo es considerar a uno como subsistema del otro. Este tipo de relación tiene

dos modalidades: considerar a la ciencia como un subsistema de la religión o a la religión como

subsistema de la ciencia. Algunos grupos fundamentalistas aceptarían la primera modalidad

bajo la premisa de que la ciencia es útil pero la religión, el texto sagrado, ya decía lo que la

ciencia con el tiempo averigua. Del mismo modo, algunas nociones antropológicas

posmodernas, que platean que la religión es válida para sociedades precientíficas y que las

perspectivas religiones explican con mitos lo que la ciencia todavía no ha logrado explicar, son

ejemplos de la segunda modalidad.

Un tercer tipo de relación se concibe en términos de esferas excluyentes. Permite la

coexistencia pero no favorece el diálogo. La ciencia, bajo esta premisa, se ocuparía de lo

objetivo, de la realidad física, de la realidad social; y la religión de lo subjetivo, de lo moral o de

lo espiritual (que podría considerarse objetivo o no). Aquí la ciencia y la religión mantendrían la

armonía siempre y cuando no interfirieran bajo ningún concepto en la esfera de jurisdicción de

la otra.

Un último modelo más complejo, que me parece apropiado para abordar problemas

complejos, holísticos, sistémicos, interconectados como los que enfrenta la sociedad

contemporánea (cambio climático, inversión de la pirámide poblacional, agotamiento del

modelo de desarrollo, crisis energética, desafío de la robotización, desigualdades y

conflictos…), es el que proponer a la ciencia y a la religión como esferas de conocimiento

diferenciadas que se solapan en lo social. La ciencia se encargaría del mundo físico, psicológico

y social. La religión abordaría la realidad espiritual y sus implicaciones para la vida individual y

colectiva, a través del estudio de sus textos y de la reflexión colectiva de la comunidad de

práctica que se organiza a la luz del texto, y que intenta traducirlo a la realidad a través de un

proceso de estudio, reflexión y acción.

El ámbito de la organización de sistemas de políticos, económicos y sociales sería el área de

solapamiento principal, puesto que los principios espirituales que plantea la religión (tales

como la interconexión, la paz, la armonía o la unicidad subyacente a la humanidad y a la

creación) tienen implicaciones profundas para las políticas públicas, las instituciones y las

pautas sociales que se establecen. Sobre todo, cuando se prescriben modelos de acción, la

cuestión de los principios y los supuestos precientíficos, tan vinculados con las ideologías, se

vuelven fundamentales, tal como Habermas o Aristóteles contemplan al referirse al tipo de

conocimiento práctico conocido como phronesis.

A fin de propiciar un diálogo acerca de los principios orientadores de la sociedad y una

reflexión rigurosa sobre las experiencias prácticas en esta esfera social, parece esencial

encontrar un modelo de relación viable para lograr la complementariedad y armonía entre la

ciencia y la religión.

Sergio García Magariño

Doctor en sociología con mención internacional en la UPNA, Diploma de Estudios Avanzados en sociología (UPNA), Equivalente a máster en pedagogía (UPV), posgrado en educación y desarrollo social (CUB, Colombia) y licenciado en ciencias de la actividad física y el deporte (UPV). Es profesor-investigador en CEDEU / Rey Juan Carlos, en la Universidad Camilo José Cela, en la Universidad Europea de Madrid; profesor visitante y asesor en la Universidad Nur de Bolivia e investigador asociado del Instituto de Gobernanza Democrática (Globernance). Es fundador y director del Instituto para el Conocimiento, la Gobernanza y el Desarrollo Global, así como de la plataforma gobernanza.es. Colabora en diferentes medios, tanto escritos como televisivos, destacando su columna en Periodistadigital, en la Revista cultural Entreletras y en The Global World, y la dirección del programa de televisión de Amaranta.es sore gobernanza y economía. Fue visiting fellow de la Universidad de Essex en el 2012. Sus líneas de investigación engloban los mecanismos de seguridad colectiva, los conflictos internacionales, el proceso de radicalización salafista, las nuevas formas de gobernanza así como otros temas relacionados con la filosofía y la sociología de la ciencia y la religión. Ha sido investigador del varios proyectos internacionales, destacando Huri Age (proyecto de 3 millones de euros) y el proyecto actual “Loguer: el logos de la guerra”. Sus últimos libros son Desafíos del sistema de seguridad colectiva de la ONU: análisis sociológico de las amenazas globales (CIS, 2016), La gobernanza y sus enfoques (DELTA, 2016) y Gobernanza y religión (DELTA, 2016) y Introducción a la sociología del crimen (DELTA, 2017) y El desarrollo social y económico: una aproximación holística, (DELTA, 2017). Es colaborador de los programas de educación y desarrollo del Instituto de Estudios en Prosperidad Global de Israel, de la Universidad Rural de FUNDAEC (Colombia), de la Universidad Nur (Bolivia), de la Fundación Lazos Learning de Canadá y colaborador analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos del ministerio de defensa del gobierno de España. Lleva siete años dirigiendo el área de investigación y discurso público de la Oficina de Asuntos Públicos de la comunidad bahá’í de España.

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